Pero a sensu contrario, si la familia no cuenta con ese perfil de potenciales directivos, la decisión inteligente será buscarlos fuera del entorno familiar. Esta decisión, quizás anti-natura dentro de los esquemas mentales del fundador, sólo puede ser tomada si se tiene una visión más elevada: la del éxito y crecimiento de la Familia Empresaria por encima de la de la Empresa Familiar.
Profesionalizar la compañía tampoco debe suponer, en ningún caso, una pérdida de control por parte de la propiedad. Es más, debe suponer ganar en control. En realidad, profesionalizar la empresa familiar no es centrarse sólo en el quién sino también en el cómo. La profesionalización quiere decir que la Empresa Familiar debe pasar a regirse por la planificación estratégica, la gestión por objetivos y el trabajo en equipo con profesionales de dentro y fuera de la familia de forma que dependa cada vez menos del liderazgo carismático y visionario del fundador.