En numerosas ocasiones las estrategias de crecimiento de las compañías demandan unos recursos financieros con los que la empresa no cuenta. La obtención de estos recursos puede venir de la mano de un mayor endeudamiento, una ampliación de capital o de otras formas menos habituales de financiación como el capital riesgo, escisiones de activos o líneas de negocio, financiación no bancaria, etc.
En otras ocasiones, los problemas de falta de crecimiento, liquidez y rentabilidad abocan a las sociedades a situaciones que exigen la reestructuración de la deuda financiera a través de la búsqueda de aplazamientos y carencias, aumento de plazos de vencimientos e inyección de “fresh-money”.
Estos procesos presentan una elevada complejidad cuyo éxito exige: